Cuando podemos detenernos a valorar nuestro camino recorrido en conciencia y percibimos con alegría y gratitud la gran distancia que hay entre nuestra versión pasada y la presente, podemos afirmar, con total certeza, que lo que ocurrió en ese lapso, fundamentalmente, estuvo dedicado a amarnos más.
El camino hacia nuestro Ser es, también, el camino hacia el Amor; amor que va acrecentándose exponencialmente. Comienza en y hacia nosotros mismos y, al activarlo dentro nuestro, se manifiesta afuera. Aumenta el respeto y el reconocimiento por el Ser que va emergiendo y abre paso entre nuestras corazas de condicionamiento, a la par que éstas se van derritiendo como hielo al sol. Desaparece el falso amor, representado por apego, complacencia y posesión y crece todo lo que vibra en Amor-Verdad.
Un día empezamos a percatarnos de que el malestar y la reactividad en nuestras experiencias/relaciones va desapareciendo, ¡ya no está! En su lugar surge una sutil dulzura, que parece retroalimentar nuestra realidad. ¡Sí! se va extendiendo hacia nuestros entornos, hacia los otros, hacia el planeta e incluso hacia el universo. Vivir "en- Amor-ado" es una expresión de abundancia, que se aleja de las desdichadas motivaciones (solapadas) de la carencia.
Cuando el Amor está detrás de cada movimiento de vida, las decisiones ya no están gobernadas por el miedo. Y aún cuando las dudas y el temor aparecen, hay algo mayor que Sabe que puede con ellos. Así, Amor y Verdad, se convierten en nuestras guías más fidedignas. TODO se rinde a su maestría. Naturalmente nace en nuestra vida una devoción diaria por la Verdad, por respetar nuestra autenticidad en cada acto. El Amor se amplifica espontáneamente y vamos asumiendo y desplegando nuestro mayor capital energético: ¡el Potencial Divino que vinimos a realizar!